25 de febrero de 2018

Reseña de Años Lentos (Fernando Aramburu)

Desde hace ya un año no dejo de escuchar el nombre de Fernando Aramburu a través de recomendaciones que me incitan a leer esa gran opera magna suya que es Patria (2016). Sin embargo, con tantos libros en la sala de espera no me atreví a hacer frente a una novela de tal escala. Es por ello que, cuando alguien me recomendó Años Lentos (2012) y vi que era una novela breve y con pretensiones similares a Patria, me animé a leerla.

Me encontré así con una novela que, más que pretender hacer literatura, pretende hacer memoria y recuerdo. Años Lentos es una puerta que nos lleva a un momento histórico y a un lugar específico a través de los recuerdos de su protagonista: un chico navarro de 8 años que va a vivir con sus tíos al San Sebastián de 1968.

A partir de esta premisa, Aramburu hace gala de un estilo narrativo ligero, conciso y claro para narrar las vivencias de una familia de clase obrera y poder reflejar la realidad histórica con una exactitud y verosimilitud que llega a incomodar al lector pues, junto con las notas del propio autor colocadas como parte canónica de la obra, parece que estemos leyendo una novela fruto de la correspondencia e hipotéticas entrevistas entre su protagonista y Aramburu.

En apenas doscientas páginas Aramburu consigue trasladarnos en el tiempo al País Vasco de finales del franquismo, para que conozcamos de primera mano y a través de sus personajes la vida de una familia obrera, la importancia de las convenciones sociales, de las apariencias, el peso de la moral católica, el papel del euskera en la sociedad vasca del tardofranquismo y cómo la juventud es introducida a la causa nacionalista e, inevitablemente, a la causa de ETA.


La propia alma de la novela se ve destilada en su título, que refleja claramente, según palabras del autor, el efecto en el tiempo que causaba el franquismo en España, donde "un minuto duraba minuto y medio o más".

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